martes, 7 de septiembre de 2021

De las pandemias del pasado a la covid-19: las epidemias de cólera morbo asiático en Alcalá la Real

Allá por 1999 veía la luz el primero de una serie de publicaciones que hemos dedicado a las epidemias que han afectado a Alcalá la Real a lo largo de la historia, en el que analizábamos los efectos de la epidemia de cólera de 1855. En él, situábamos la importancia de esta enfermedad en el contexto de las epidemias que habían afectado a las poblaciones europeas: la peste hasta el siglo XVII, la viruela durante el siglo XVIII, el cólera al que hacemos referencia a lo largo del siglo XIX o la gripe, principalmente durante las primeras décadas del siglo XX, aunque hubo otras pandemias posteriores de menor importancia años más tarde. Lejos estábamos entonces de imaginar que en estas primeras décadas del siglo XXI, las enfermedades causadas por coronavirus (SARS, MERS) y muy especialmente, la covid-19 definirían un nuevo capítulo de la historia epidemiológica mundial afectando esta última hasta ahora a 220 millones de personas y produciendo más de cuatro millones y medio de fallecidos. Hasta ese momento, nuestros estudios se habían basado en la información que contenían las actas de fallecimientos o los documentos históricos conservados en el AMAR; por el contrario, la pandemia causada por el SARS-Cov-2 nos hacía vivir en tiempo real los estragos de la enfermedad en nuestra sociedad. Y ese fue el origen de este blog, combinar el registro de la evolución de la nueva pandemia y de sus efectos con lo que la historia nos decía de las epidemias del pasado.

Como decimos, nuestros inicios tuvieron como objeto de estudio al cólera morbo asiático, enfermedad que afectó en repetidas ocasiones a Alcalá la Real: 1834, 1855, 1860 y 1885; a cada una de ellas dedicaremos un espacio en este blog. 

A lo largo de la historia se han producido cinco grandes pandemias de cólera. La primera de ellas, entre 1817 y 1823, no llegó a afectar a los países europeos pues no se extendió más allá del mar Caspio. La segunda (1828-1838) llegó a la Península Ibérica en 1833, extendiendose por España desde Portugal. De ello nos ha queda constancia en el Boletín Oficial de la Provincia de Jaén.  En su edición del 19 de junio de 1833 se comentaba que la enfermedad afectaba a Lisboa y a otras ciudades portuguesas. Y aunque por entonces aún no se había manifestado en España, en el número del día siguiente (20 de junio) se advertía que, aunque tanto la Providencia como las medidas del Gobierno eran suficientes para inspirar tranquilidad, sería difícil no sufrir la epidemia. Se instaba desde ese docimento a no dejarse llevar por la deseperación. Como es bien sabido, el cólera se extendió por España y los registros de la época informan de unos 450.000 afectados y más de 100.000 fallecidos.

Los estragos que causó el cólera se debieron en gran medida al concepto que se tenía entonces de la enfermedad. Y tambiénse habla de ello en el boletín de la provincia. En el número del 20 de junio de 1833 se afirma que el principio causante de la enfermedad se encontraba en el aire y que existían dos tipos de causas predisponentes ante la enfermedad, unas que obraban en el estómago y otras que lo hacían en la piel. 

Entre las que afectaban al aparato digestivo citaba los alimentos flatulentos o indigestos, los vegetales crudos, las frutas ácidas o inmaduras, las carnes saladas, las bebidas frías y la embriaguez. Estas causas serían responsables de romper el equilibrio entre las fuerzas vitales, las cuáles tendrían que actuar más en las vísceras en respuesta a tales alimentos, disminuyendo en la piel y dejándola expuesta a la atmósfera, donde se creía residía el verdadero componente morboso de la enfermedad.

Entre las causas predisponentes de la piel estarían las variaciones bruscas de temperatura, la exposición a corrientes de aire, especialmente si se estaba sudando, o el bañarse si se estaba acalorado. La idea era que estas actuaciones debilitarían la piel haciéndola más sensible a los miasmas del aire. También se consideraban causas predisponentes la tristeza y el miedo.

A pesar de que en el texto se anunciaba que la información sobre el cólera continuaría en números siguientes, no se volvió a publica nada sobre el cólera en este sentido hasta el día 19 de septiembre, tres meses después. El objetivo era no alarmar a la población. Pero para entonces, la enfermedad ya se extendía por Sevilla y Huelva, donde había llegado a través de Extremadura. Esto justificaba que se dieran a conocer nuevas informaciones, como las medidas tomadas en Sevilla y que podrían ser aplicables a otras poblaciones; entre ellas se citaba la prohibicón de las reuniones de todo tipo (salvo en la iglesia), prohibir el luto o cualquier manifestación que pudiese hacer decaer el ánimo de las personas, suprimir las ferias y veladas o rebajar los derechos de enterramiento, siendo gratuitos para los pobres. Igualmente se describen en ese número los síntomas de la enfermedad: dolor de cabeza, mareos, sed, vómitos, diarreas, frío intenso en el exterior del cuerpo y calor en el interior (fiebre), dolores abdominales y calambres. Se indicaba que un diagnóstico precoz y el tratamiento temprano facilitaba la curación. Y del mismo modo, también se hacía referencia a algunos remedios frente al cólera, a lo que también dedicaremos una entrada de este blog.

A pesar de haber transcurrido dos siglos desde la primera pandemia de cólera que afectó a Alcalá la Real, vemos elementos comunes con la que ahora nos afecta. A la alarma causada por la proximidad de la enfermedad solía seguir una etapa con la confianza en que no llegara o como veremos en próximas entradas con la negación de la misma cuando ya había casos en las poblaciones; en cuanto a las medidas preventivas, las limitaciones de las reuniones o incluso el confinamiento o el cierre de fronteras nos recuerda a los cinturones sanitarios de entonces. Son paralelismos que nos hacen ver que conocer las epidemias del pasado se hace necesario para comprender la pandemia del presente.

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